12 de febrero de 2012

Adjetivos por duplicado

Existe un grupo, imagino que no muy numeroso, cuya primera rutina tras abrir el ojo derecho les lleva a realizar un repaso por las portadas de los diarios del día. Luego, avanzada la jornada, ya llegará el turno para la lectura más reposada de las páginas en papel. Para los que pertenecemos a ese extraño clan, aunque no luzcamos carné en la solapa, hoy no amanecía como un día cualquiera. La controvertida ­–agresiva, provocadora, equivocada, injusta…– reforma laboral nos «regalaba» un sábado de portadas históricas, a la altura de la medida del Gobierno de Rajoy. Aquí, un extracto de las más significativas. Diez portadas (con una en forma de regalito final y otra de curiosidad extremadamente provinciana) que reflejan el espectro ideológico, con interpretaciones variadas y un punto de encuentro: su carácter extraordinario. Rechina ese verbo «ser» en El País, sorprende la coincidencia en los titulares de El Mundo y Cinco Días (diario económico de Prisa), el personal diseño de Público, el acierto habitual de El Periódico, lo vacío pese al cuerpo del titular de ABC...







 











Y de regalo… Exacto, la portada de La Gaceta. Con franqueza, me esperaba una portada más heavy, a la altura de la publicada tras, por ejemplo, la reciente elección de Alfredo Pérez Rubalcaba como secretario general del PSOE. Sí, cierran el foco de la interpretación en los sindicatos, pero esta «primera» tampoco pasará a la triste historia del periodismo. Una portada más, pese a no ser un día más.



Por último, la tentación me ha llevado a incluir la portada de un diario menor, pero que hoy bien merecido tiene un hueco en el repaso de prensa. Vale que la ministra de Empleo sea jiennense de nacimiento, vale que sus conciudadanos «presuman» de vecina… Pero relegar la reforma laboral a la banda superior y titular «Fátima Báñez defiende la flamante reforma laboral» huele a provincialismo rancio. Y eso que presupongo, o más bien quiero hacerlo, que el director del Diario de Jaén, llamado Juan Espejo, se decantaría por el citado adjetivo (flamante) en fundamento a la cuarta acepción del vocablo («Que arroja llamas») y no a la primera («Lúcido, resplandeciente») o la tercera («Acabada de hacer o de estrenar»), descartada la segunda por aludir a una actividad. Está bien el aditivo de la proximidad, pero cuidado con el zoom. La perspectiva imprime esencia.


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