Papá cuéntame otra vez ese cuento tan bonito
de gendarmes y fascistas, y estudiantes con flequillo,
y dulce guerrilla urbana en pantalones de campana,
y canciones de los Rolling, y niñas en minifalda.
Papá cuéntame otra vez todo lo que os divertisteis
estropeando la vejez a oxidados dictadores,
y cómo cantaste Al Vent y ocupasteis la Sorbona
en aquel mayo francés en los días de vino y rosas.
Papá cuéntame otra vez esa historia tan bonita
de aquel guerrillero loco que mataron en Bolivia,
y cuyo fusil ya nadie se atrevió a tomar de nuevo,
y como desde aquel día todo parece más feo.
Papá cuéntame otra vez que tras tanta barricada
y tras tanto puño en alto y tanta sangre derramada,
al final de la partida no pudisteis hacer nada,
y bajo los adoquines no había arena de playa.
Fue muy dura la derrota: todo lo que se soñaba
se pudrió en los rincones, se cubrió de telarañas,
y ya nadie canta Al Vent, ya no hay locos ya no hay parias,
pero tiene que llover aún sigue sucia la plaza.
Queda lejos aquel mayo, queda lejos Saint Denis,
que lejos queda Jean Paul Sartre, muy lejos aquel París,
sin embargo a veces pienso que al final todo dio igual:
las hostias siguen cayendo sobre quien habla de más.
Fácil y atrevido parece quitar al gendarme para buscar hueco a miembros de seguridad más cercanos, sustituir el flequillo del estudiante, los pantalones de campana y las canciones de los Rolling por las nuevas tendencias en la industria de la imagen y la musical. No menos recurrente parece dejar de lado la Sorbona y el mayo francés. Entonces, a finales del pasado siglo, ya admitía Ismael Serrano que “a veces” pensaba que “al final todo dio igual”. “Las hostias siguen cayendo sobre quien habla de más”, cantaba en "Papá, cuéntame otra vez". El tiempo dirá. Al menos, la reacción de los jóvenes, acusados hasta hace escasas páginas de un nulo compromiso social, ha contribuido a despertar la conciencia de una sociedad todavía aletargada. Y además, esos estudiantes ‘empuñan’ libros… ¡Y en Valencia! Lo nunca visto... Falta por ver el recorrido de las protestas. Y la evolución de ese germen que motivó el inicio de las protestas. ¡Esas mantas, don Alberto! ¿Hasta dónde llegarán las movilizaciones? Percibo la llegada en masa de parásitos que acabarán por neutralizar ese espíritu inicial. Lo temo. Ya pasó con el 15M. Otra vez, no, sisplau.
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