Domingo, 5 de febrero. Todo sigue igual. Rusia y China, en su línea. Barcelona y Madrid, separados por siete puntos. Y en el PSOE, terminada la guerra, continúan las batallas. Esto último, no me lo negarán, va en el ADN del partido. Al menos, mis ojos, no han visto otra cosa. Desde que tengo cierto uso de razón, que no hace mucho –todo sea dicho–, los socialistas siempre han andado a la gresca. Algunos lo llaman democracia… Yo, la verdad, vivo en una duda eterna. Buscaban a un líder que recogiese el testigo de Zapatero... Y sale elegido Rubalcaba. Dicen mirar adelante y rescatan al ‘felipismo’. Buscaban un cambio con dos candidatos del núcleo fuerte del último Gobierno socialista… Y la mayoría vota a un tipo de sesenta años. No seré yo quien utilice la edad, ese divino tesoro, como arma arrojadiza. Pienso que la experiencia, en este santo país, está subestimada. Pero, ¿por qué llamarlo amor cuando quieren decir sexo? Y de esa pregunta retórica al ‘Esperaré’ de Presuntos, sólo hay un paso. Quiten el envoltorio. Disfruten con el interior… Es dulce como la victoria. Amarga como vivir en un continuo conflicto. Cuenta que hay mensajes que no llegan. ¿Verdad, Chacón? A veces porque no se saben transmitir. A veces porque no se transmiten. A veces... porque la luna no tiene el mismo color. Ya es de noche, vayamos a soñar.
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