Hoy, 3 de mayo, es el Día Mundial de la Libertad de Prensa. Una nueva jornada para reflexionar. Y, para ello, bueno sería echar un vistazo al artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos:
«Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar yrecibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión».
Pero volviendo a la realidad, decía al principio que ahí tenemos la imagen de algunos predadores de la libertad de prensa en el mundo. Digo algunos, porque no están todos. Faltan muchos que, de otra forma (¿más sutil?), también coartan la libertad de los periodistas. No me refiero a dirigentes de países como Guinea, Gambia o Siria (que también), sino a los más cercanos. Aquellos que nadie nombra, pero que todos conocen.
Políticos, pero no sólo políticos. Ni tampoco personas influyentes, líderes de opinión… Me refiero a directores y otros responsables de muchos medios de comunicación que podían, por ejemplo, formar parte de una lista alternativa. Un elenco de personas que no permiten que se conozca toda la verdad, y todo por salvarguardar intereses propios.
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