La experiencia, dicen, no es más que un cúmulo de heridas de guerra producidas en la batalla diaria. Pero hoy, por desgracia, he comprobado que no siempre son consecuencia de una lucha cuerpo a cuerpo con el enemigo. No. Parece ser que nunca sabes de dónde va a llegar el golpe. Y ahí está el problema. Los inesperados, doy fe, son los más dolorosos.
¿Más cosas? Hay días y días. Y luego está «hoy». Existen dos premisas para hacer una práctica bien: ilusión e imaginación. Pero, si te impiden desarrollar la segunda..., a ningún puerto se puede llegar. En fin. Ellos verán.
1 comentario:
Muy fea la jugada, y encima, mal hecha. Pero de todo se aprende, ya lo sabes.
Publicar un comentario