18 de mayo de 2008

Demagogia aparte


Durante estos días hemos leído mucho y muy variado acerca de la polémica del agua en Villena. ¿El motivo? Danone quiere instalar una planta embotelladora (de Font Vella) y en un futuro construir un establecimiento termal (un balneario para los mortales).

Como decía, en las últimas fechas se ha escuchado de todo, y en rara ocasión la demagogia no ha estado presente en las palabras de unos o de otros.

Hoy, leyendo el periódico, he dado con un artículo donde todas las partes tienen hueco e, incluso, donde no se criminaliza a nadie.

Aparentemente, que una zona que reclama agua, como el Vinalopó, comercie al mismo tiempo con ella resulta de todo punto inexplicable e injustificable. Aparentemente, digo, porque quien pretende vender ese agua es Villena, una población que, como ha explicado muchas veces en este periódico el ex rector Gil Olcina, lleva siglo y pico cediendo sus recursos hídricos a multitud de poblaciones, entre ellas la ciudad de Alicante, para que puedan beber.

Villena no pide el trasvase Júcar-Vinalopó porque no tenga agua, sino para recargar sus acuíferos, exangües de tanto dar. Así que poco hay que discutirle a esa ciudad si ahora tiene al alcance un proyecto que puede darle puestos de trabajo, no malgastando, sino al contrario, ahorrando agua. Porque Danone consumirá menos recursos de los que va a comprar.

En sus más altos niveles, resulta curioso comprobar, sin embargo, cómo este plan ha pillado a contrampié a los principales partidos. El PP, y me refiero al Consell, no ha salido a defenderlo, molesto porque la noticia se conociera al mismo tiempo que su «cumbre» de Orihuela para pedir agua, como si no hicieran desde hace cinco años una «cumbre» al mes con el mismo soniquete.

El PSOE, pero no el PSPV, sino el PSOE, por boca de sus parlamentarios en Madrid y de los segundos y terceros niveles del Gobierno central, se ha lanzado a ponerlo a parir, denunciando su aparente (volvemos a utilizar las apariencias) incongruencia. He dicho segundos y terceros niveles del Gobierno, porque éste como tal aún no ha hablado. Está por ver que, como se amenaza por esos escalones inferiores, se vete la venta de ese agua, cuando a lo que ha llevado la política hídrica del primer Ejecutivo que presidió Zapatero ha sido, precisamente, a fomentar el mercadeo del agua, al punto de que hay agricultores en el Tajo a los que les sale mucho más rentable cada año vender sus caudales que plantar sus tierras. Lo único cierto es que, en Villena, el proyecto ha sido aprobado con el apoyo no sólo de los dos partidos, el PP y el PSPV, sino también el de un sindicato tan fuera de toda duda como puede ser CC.OO.

Y en medio de ese terreno movedizo aparece, una vez más, el presidente de la Junta de Usuarios del Trasvase Júcar-Vinalopó, Andrés Martínez, un importante empresario villenense. […] Debería no olvidar que los cementerios están llenos de gentes que se creyeron imprescindibles para su causa. […] Martínez ha tonteado con el PP, […] ha tratado de poner en marcha proyectos urbanísticos y, ahora, parte de los terrenos donde se ubicará Danone si se consuma el acuerdo, son de su propiedad. ¿Todo ello es legítimo? Sin duda. ¿Es ético? Por qué no. ¿Es estético, sin embargo, que un día cojas el megáfono para pedir agua y al día siguiente la vendas o la uses para una urbanización? Me parece que la respuesta es obvia. En la tercera conjugación hay más verbos, además de pedir.
Y punto.

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