23 de febrero de 2012

Un alto para recapacitar

 

El piloto automático me llevaba camino de la cama. Son horas. La gala de los Importantes de Información ya es historia. La celebración anual, donde los premios acaban por dejar el protagonismo a las relaciones sociales, se postulaba como el epílogo de este último jueves de febrero. Pero no ha sido así. Un compañero, un garito apartado, dos botellines y una conversación improvisada, relajada, reconstituyente y provechosa han significado el verdadero punto final a la jornada. Y no sólo eso, sino que la charla ha servido, sin pretenderlo ni advertirlo, como bálsamo a una noche marcada por las presentaciones, los reencuentros, las miradas, las sonrisas, las risas, los chismes y alguna complicidad. Una noche que se apagaba sin el saludo de rigor, sin un guiño velado. Una noche que ya descansa en la indiferencia.
Contaba el tiempo que faltaba para que llegara hoy. Lo llevaba haciendo algunas semanas, ya ni recuerdo cuántas... Contaba el tiempo que faltaba para que llegara hoy. Pero no hoy por ser hoy, jueves 23 de febrero, sino hoy por ser el día de publicación del post número 500 en este íntimo rincón de la ruidosa blogosfera. Medio millar de microhistorias que me han ocupado, más sueños que despertares, desde finales de 2007. Más de cuatro años de experiencias que hoy tiran de las riendas para tomar aire. Llega un alto en el camino. No sé por cuánto tiempo, aunque imagino que aguantaré en silencio más bien poco. Demasiados recuerdos…
Lo de imaginar, cierto es, no es lo mío. Llevaba cierto tiempo pensando qué hacer con la llegada de esta simbólica entrada. Nada chirriante, pero sí que tuviera un aire sugerente. Ganaba a los puntos un análisis de los textos más visitados, con un abanico de curiosidades vinculadas a esas entrevistas, opiniones, parodias y alegatos. Un intento de retrospectiva. Y ahí se quedará, en un intento. Espero que en un periodo similar, allá por 2016, la memoria no juegue en contra. La mirada atrás queda pendiente.
Hoy, 23 de febrero del 2012, pasará a la historia del periódico por celebrar la enésima edición de los Premios Importantes. Hoy se recordará en este cuaderno de bitácora por recoger ya medio millar de entradas. Y hoy, también, debe suponer un punto de inflexión. No sé con qué recorrido, pero sí con qué motivos. Llega el momento de optimizar tiempos, de centrar la atención en esas ineludibles ocupaciones y dejar de construir castillos en el aire. Todo esto y más, desde mañana. Hoy, esta noche, ya descansa en la indiferencia. Dejémosla estar… Hasta pronto.

El precio de la carne

Captura de la web de Antena 3

Zoom de la noticia

Ya lo dicen los abuelos, sabios ellos: "Cariño, ten cuidado con entregarte al placer con la primera que se deja querer...". ¡Que se lo pregunten a Esperanza! Mil euros, uno tras otro, deberá pagar a su “expajera”. ¡Ahí es nada! Antena 3, en su página web, lo cuenta así…
Esperanza deberá pagar 1.000 euros y estar recluida ocho días en su domicilio. Así lo dictamina una sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid que considera que llevar una camiseta con el lema 'Mi exmarido es un gilipollas' es un insulto, una afrenta leve. Todo el problema se desarrolló cuando se le ocurrió ponerse la camiseta y subir una foto suya a Facebook”.


22 de febrero de 2012

Un Dios caído

Como terapia frente a este ambiente excitado, nada mejor que un poco de humor. El controvertido “doble check” (doble marca verde) del WhatsApp sirve de hilo argumental para un vídeo de obligado visionado para todos los usuarios de la aplicación de mensajería.

PD: Al margen de la reconfortante broma, los datos: la primera marca indica que el mensaje ha llegado al servidor de WhatsApp, mientras que la segunda marca que ha sido entregado al destinatario. Es decir, imposible saber si la otra persona ha leído el texto. Habrá que seguir confiando en la palabra del interlocutor. No queda otra.

La memoria, Julia, toda una traidora

El programa de televisión El Hormiguero (Antena 3) invitó ayer, lunes 20 de febrero, a Paco González y Pepe Domingo Castaño, cabezas visibles de Tiempo de Juego (Cope). El director y el animador del programa deportivo acudieron al espacio presentado por Pablo Motos, participando en juegos de magia, competiciones deportivas y demás actividades vinculadas con el característico humor del espacio. Buen ambiente y una audiencia media: 2.283.000 espectadores y un 11,2 por ciento de cuota de pantalla. Todo dentro de lo previsto. Un paso sin pena, pero tampoco con gloria.

La intervención de las caras más visibles de Tiempo de Juego se convirtió en uno de los temas de discusión en Twitter. Aunque, la polémica no saltó hasta que Eduardo Esteve, jefe de Deportes de Onda Cero en Valencia, abrió la boca. “No me gusta que en El Hormiguero se le dé publicidad a la emisora que es competencia de la que pertenece a Antena 3. No veo a otros grupos haciéndolo”, firmó el periodista, en una clara alusión a la presencia de asalariados de la Cadena Cope en una empresa del Grupo Planeta, propietaria de Onda Cero. Y de ahí, la batalla dialéctica. A ella se sumaron otros representantes de la emisora presidida por Javier González Ferrari. Y en esas apareció Julia Otero, una de las voces más influyentes de Onda Cero. La periodista gallega, en un primer instante, se unió al debate retuiteando el citado mensaje de Eduardo Esteve y el de otros compañeros, como Jordi Gosalvez: “No veo normal que en Antena 3 tengan como invitados a gente de la Cope”. No obstante, la responsable del programa vespertino de Onda Cero también contribuyó con un texto propio, en respuesta a un oyente. “Si Ángel Rodríguez o Javier Ares no tienen el tirón popular de Paco y Pepe no es culpa de El Hormiguero. Odio el corporativismo”, escribió un tuitero, al que respondió Julia Otero: “Y yo, pero la competencia lo aplica a rajatabla”.

Y aquí llega la clave. ¿La competencia sí aplica a rajatabla el corporativismo? ¡Qué frágil es la memoria! ¡Qué pronto olvidamos! ¡Ay, Julia, qué peligrosas resultan las redes sociales para los que atisban la paja a distancia y ni aprecian la viga que tienen frente a ellos! Julia, querida, tú también participaste en El Hormiguero, sí, recuérdalo. Pero, ¡caprichos de la vida!, por aquel entonces, el programa de Motos se emitía en Cuatro (Prisa, Cadena Ser, Gemma Nierga…) y tú ya trabajabas para Onda Cero. Ese día, en Prisa, el corporativismo hizo un alto excepcional para recibirte a ti, cara visible de la competencia. Pero se te perdona. La videoteca es incuestionable, sin duda. Pero la memoria es frágil. Una traidora. Todos hemos sufrido, alguna vez, su regusto más amargo. Eso sí, ¿dónde queda la intencionalidad de tus palabras? Ahí entra la subjetividad... ¡Allá cada uno! A modo de recomendación, sin que sea tal. Tres ingredientes que nunca fallan: prudencia, pausa y dignidad. Y si los programas deportivos de Onda Cero deben levantar la mirada para dar con sus compañeros de la Cope, ya saben: menos llorar y más trabajar. No hay otro secreto. 


21 de febrero de 2012

Hostias para quien habla de más



Papá cuéntame otra vez ese cuento tan bonito
de gendarmes y fascistas, y estudiantes con flequillo,
y dulce guerrilla urbana en pantalones de campana,
y canciones de los Rolling, y niñas en minifalda.

Papá cuéntame otra vez todo lo que os divertisteis
estropeando la vejez a oxidados dictadores,
y cómo cantaste Al Vent y ocupasteis la Sorbona
en aquel mayo francés en los días de vino y rosas.

Papá cuéntame otra vez esa historia tan bonita
de aquel guerrillero loco que mataron en Bolivia,
y cuyo fusil ya nadie se atrevió a tomar de nuevo,
y como desde aquel día todo parece más feo.

Papá cuéntame otra vez que tras tanta barricada
y tras tanto puño en alto y tanta sangre derramada,
al final de la partida no pudisteis hacer nada,
y bajo los adoquines no había arena de playa.

Fue muy dura la derrota: todo lo que se soñaba
se pudrió en los rincones, se cubrió de telarañas,
y ya nadie canta Al Vent, ya no hay locos ya no hay parias,
pero tiene que llover aún sigue sucia la plaza.

Queda lejos aquel mayo, queda lejos Saint Denis,
que lejos queda Jean Paul Sartre, muy lejos aquel París,
sin embargo a veces pienso que al final todo dio igual:
las hostias siguen cayendo sobre quien habla de más.


Fácil y atrevido parece quitar al gendarme para buscar hueco a miembros de seguridad más cercanos, sustituir el flequillo del estudiante, los pantalones de campana y las canciones de los Rolling por las nuevas tendencias en la industria de la imagen y la musical. No menos recurrente parece dejar de lado la Sorbona y el mayo francés. Entonces, a finales del pasado siglo, ya admitía Ismael Serrano que “a veces” pensaba que “al final todo dio igual”. “Las hostias siguen cayendo sobre quien habla de más”, cantaba en "Papá, cuéntame otra vez". El tiempo dirá. Al menos, la reacción de los jóvenes, acusados hasta hace escasas páginas de un nulo compromiso social, ha contribuido a despertar la conciencia de una sociedad todavía aletargada. Y además, esos estudiantes ‘empuñan’ libros… ¡Y en Valencia! Lo nunca visto... Falta por ver el recorrido de las protestas. Y la evolución de ese germen que motivó el inicio de las protestas. ¡Esas mantas, don Alberto! ¿Hasta dónde llegarán las movilizaciones? Percibo la llegada en masa de parásitos que acabarán por neutralizar ese espíritu inicial. Lo temo. Ya pasó con el 15M. Otra vez, no, sisplau.

20 de febrero de 2012

Hola, ¿es el enemigo?

Desconecto cuatro días dejando al país en crisis económica, financiera, laboral… y retomo la marcha con lo más cercano a un estado de excepción en Valencia. La percepción podría ser consecuencia de un inoportuno virus gastrointestinal que ha dejado mermada a la delegación alicantina que partió, con bufandas al cuello o con su esencia en forma de acreditación, desde Doctor Rico. Pero no. Es una realidad. Sorprende ver en qué ha degenerado una protesta, una más, por los recortes que están afectando, entre otros sectores, a la Educación. De pedir calefacción para un instituto a sortear a enfurecidos policías por las calles del Cap i Casal. Algo surrealista. El cuerpo no me da para extensos análisis, pero sí quiero permitirme la licencia de dejar varios apuntes a modo, cuanto menos, de guía para días sucesivos.

A sabiendas de una posible interpretación errónea, no me resisto a tildar como absurdo el intento de calificar de “primavera valenciana”, firmada por los manifestantes y ya escuchada en medios de comunicación, las desproporcionadas y denunciables cargas policiales contra jóvenes estudiantes del instituto Lluís Vives. Me parece absurdo y una tremenda falta de tacto realizar un símil entre la situación que pone de nuevo los focos sobre Valencia y la vivida (y sus consecuencias presentes) en países árabes durante el último año. Nos falta viajar, que diría Unamuno. Dicho lo cual, si inadmisible resulta la actuación de las llamadas fuerzas de seguridad, con mayor grado de insensatez cargan las palabras del Jefe Superior de la Policía Nacional en Valencia. Con ese tipo al mando, todo acaba por encontrar una explicación. No cabe calificar de “enemigos” a jóvenes estudiantes que en su amplia mayoría se han visto en su vida frente a frente con antidisturbios. No cabe en una mente cabal. Si el maestro Gila levantara la cabeza... “No puedo revelar al enemigo cuales son mis fuerzas”, ha respondido sin vacilar el tal Antonio Moreno al ser preguntado por el número de agentes que han participado esta misma tarde en el dispositivo en Valencia, que ha contado con carreras por calles de la ciudad, detenidos que ni siquiera estaban participando en la concentración e imágenes impropias de un país cercano a la civilización. Con esa persona al frente del dispositivo, todo adquiere otra dimensión. Y, por si faltaba algún elemento desestabilizador, Paula Sánchez de León, la delegada del Gobierno en la Comunidad, en la falsa retaguardia. Al final, todo acaba por cuadrar. Lo dicho. Muchas explicaciones restan por dar, que nunca se escucharán, que deberían ir acompañadas por alguna renuncia, que tampoco se espera. “Si no ha dimitido éste –se escuchará en algún despacho, mientras mira de reojo a su derecha–, voy a hacerlo yo. ¡JA! ¡JA!”.  

La principal manifestación de Cataluña, a su paso por la Bolsa de Barcelona.

Y de Valencia, con un largo rodeo, camino al sur de la Comunidad. Aproveché un descuido del citado virus para escapar durante la mañana de ayer domingo a la manifestación contra la reforma laboral. Por estar, que diría Silvia Abascal, y por ver cómo discurre una cita multitudinaria por el centro de Barcelona. Poco reseñable a lo visto, a buen seguro, en el resto de capitales de provincia que también celebraron movilizaciones contra las medidas del Gobierno de Rajoy. De la marcha, me quedo con tres instantáneas. La más colorida: la notable presencia de disfraces en la marea de sindicalistas y trabajadores, la mayoría con semblante perjudicado…  y no sólo por los recortes en los derechos laborales. La más precavida: aquellos comerciantes del Passeig de Gràcia, el escaparate del lujo barcelonés, que optaron por tapiar las entradas a sus establecimientos. Empresario previsor hace negocio. Y la del gremio: por eso de que la veteranía vale su precio, resultaba curiosa la imagen de varios fotógrafos aupados a escaleras de varios pisos en el punto final del recorrido de la manifestación. Esa altura les permitiría capturar a las millones de personas que se dieron cita, según cálculos de los organizadores, y también a los cuatro perros pulgosos y vagos que debieron estimar fuentes del Departamento de Interior, a través de los bien aleccionados guardas del orden.

El hotel Mandarin Oriental  y la joyería Tiffany&Co, parapetadas...

Dos fotógrafos sobre sendas escaleras, en Passeig de Gràcia.

Situación similar también se vivió en Alicante. Después de acordar sin premeditación la cifra en la primera movilización, allá por el ocaso de enero, tocaba volver a la habitual y bochornosa guerra de cifras. De los 40.000 manifestantes contados por los sindicatos... a los apenas 22.000 de la Policía Nacional. Vamos, doble o mitad. Sea una cifra u otra (por el gris suele moverse la realidad), cabría analizar por qué de los 50.000 que acudieron a las dos primeras concentraciones ­–del 21 de enero, contra los recortes en Educación y del 26, por los ajustes en los servicios públicos– se ha bajado, al menos, en 10.000 personas en una protesta, la de ayer, convocada por una cuestión no menos general como los derechos laborales. Dicha merma en el apoyo ciudadano se puede reducir a categoría de anécdota. O no. Opto por el primer camino: cada respuesta tiene una explicación. Sólo falta buscarla.

Y en la Copa del Rey, bien, gracias. Al margen del virus que me dejó en cama el sábado, jornada de las semifinales en el Sant Jordi. Al margen del paso testimonial de un Lucentum errático y miedoso en su segunda, y nunca se sabe si última, presencia de su historia en la cita copera. Y al margen de la inapelable victoria del Real Madrid, tropecientos años después, ante un pabellón que vestía sus mejores galas azulgranas. Al margen de todo eso, bien. Gracias. Ya me lo dijo un jefe: "No te vayas a Barcelona". ¡Cuánta razón, mare...!


16 de febrero de 2012

Yo me voy... Barcelona sí espera


Y con el «kit de la Copa»… ya cierro la maleta. En apenas una hora sale el tren con destino Barcelona. Como siempre, no ha sido fácil encontrar acomodo para todo. Mucho, más lo intangible, se queda en tierra. Veamos. Por una parte, la camiseta, la bufanda y la gorra. Por otra, algo de esperanza y toda la ilusión. ¿Presión? Ninguna. El Lucentum cierra hoy la primera jornada de la Copa del Rey. La empresa no es discreta, no. Enfrente tendrá al todopoderoso Regal Barça, con Navarro y compañía. ¿Y, qué...? Son los anfitriones, los favoritos en las quinielas, pero aún no conocen el secreto que les haga invencibles. Palabrita...
Cierro la maleta con la ilusión de una debutante. No es mi primera Copa del Rey de baloncesto, aunque sí me estreno con el Lucentum en el cartel. El sueño, dicen los expertos, durará hasta la noche de este jueves, cuando suene por última vez la bocina en el partido ante el Barcelona. El sueño, por tanto, parece efímero, pero ya es sabido que las piernas sólo te pueden llevar hasta la meta si previamente tu cabeza ha marcado el camino.
Cierro la maleta con la vista puesta en el próximo lunes. Hasta entonces, cuatro días largos de desconexión en Barcelona, entre compañeros y amigos. Un alto siempre necesario. Y más tras el sobresalto del martes, cuando llegué a temer, no mucho pero sí algo, por la escapada copera. Pides las vacaciones con toda la antelación posible, sin caer en los dramatismos, y de repente empiezan a sumarse acto tras acto: que si la manifestación, que si el Congreso del PP, que si los Carnavales, que si los Goya, que si la propia Copa del Rey… Y una frase, con sus circunstancias (timbre, tono, intensidad), que aún retumba en mi cabeza: «No acabo de ver que no vengas a trabajar este fin de semana». Momento tensión. En la retina, la imagen del dinero desfilando por el sumidero... Sudores fríos. Temblores en las piernas. Voz entrecortada. Mirada perdida… ¡Que no! ¡Falsa alarma! A otros con la falta de previsión, el todo a última hora, la inexistencia de alternativas por las dimensiones de la manta (que si te tapas el pecho, dejas al fresco los pies)... Como diría Rosana: «Yo me voy, ahí...». ¡¡Força Lucentum!! Som-hi. Barcelona... ya llego. ¡¡A-li-can-teeeeeee, laralaralaralara...!!

15 de febrero de 2012

Auténtico ojo clínico

Leyendo en los digitales la transcripción de unas declaraciones de Carlos Fabra, recordaba una conversación, muy recurrente, que se produjo el pasado fin de semana en la redacción. Decía el presidente del PP de Castellón y de la sociedad pública promotora del aeropuerto que no se va a «marchar» porque se lo «pidan cuatro inútiles en política», en relación a un error de cálculo que obligará a demoler parte del aeródromo castellonense, el «sin aviones». Estas palabras, inevitablemente, te llevan a indignarte un poco más, si cabe, por el despilfarro de la Generalitat Valenciana en los últimos años. Esa política de «bolsillos rotos» promovió, entre otros monstruos, la construcción de la Ciudad de Luz en Alicante. Pues hasta allí, en la zona de Aguamarga, miles de personas marcharon el pasado sábado en protesta por los «proyectos faraónicos» del Gobierno valenciano. La manifestación se sumó a las convocadas por los sindicatos en el aeropuerto de Castellón, la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia y Terra Mítica en Benidorm.
En la redacción, al poco de llegar la compañera encargada de cubrir el acto, salió desde un despacho la típica pregunta: «¿Cuánta gente ha ido?». Y la respuesta, la predeterminada: «Bufff, no lo sé, los convocantes dicen que unas 5.000, pero la Policía rebaja la afluencia a unas 1.500 personas». Lo de siempre. Solución: el redactor no se moja e incluye las cifras facilitadas por la organización y la Policía. Algo parecido, pero de solución más diplomática, me sucedió hace apenas tres semanas, cuando se convocó la primera protesta contra los recortes del Gobierno de Fabra. Miles de personas dieron vida a la manifestación por las calles de Alicante. La asistencia sorprendió a todos. Los sindicatos no esperaban, siendo generosos, más de 10.000 personas y la Policía, aún menos. Sin embargo, unos y otros ajustaron la cifra de participación: unos 40.000 manifestantes. De hecho, los sindicatos al conocer que coincidía su cifra con la proporcionada por la Policía (tanto Local como Nacional) subieron la apuesta hasta 50.000, aunque se percibió como un gesto hacia la galería. Pero la realidad es que ambos entes coincidieron en la cantidad de personas que colapsaron el centro de Alicante el sábado 21 de enero en protesta por el «tijeretazo» del Consell. ¿Qué hacer en esta situación? Ante la (a priori) imposibilidad de hacer un cálculo estimado con base científica y dado que las partes implicadas ofrecían el mismo dato, adelante, no cabe ponerlo en cuestión. «Una protesta histórica. La manifestación a favor de la educación pública y en contra de los recortes adoptados por el Gobierno de Fabra superó las expectativas, convirtiéndose en la tercera marcha más multitudinaria de la historia de Alicante, sólo comparada con las celebradas tras el atentado del 11-M y la guerra de Irak. Una auténtica marea humana (de 50.000 personas, para los organizadores, y 40.000, para Policía Local y Nacional) paseó por las calles de la capital la indignación ante la política educativa de la Generalitat… Y bla, bla, bla».
Reconozco que levanté la ceja cuando escuché por primera vez la cifra de 40.000 personas. «¿He escuchado bien?», le pregunté con semblante incrédulo a un compañero. «Sí, sí, es una pasada de gente… Pero si lo dicen, la habrá», acertó a responderme con cierto escepticismo. Y tanto que fue una pasada. La manifestación, fuera tópicos, fue multitudinaria. Vale, de acuerdo, había muchísima gente, pero… ¿40.000? ¿Cómo saberlo? En esta situación, siendo francos, la cifra se dio por buena sin discusión. Y todo porque resulta chocante tal sincronía entre dos bandos, por norma, enfrentados en los cálculos. Pero, ¿qué hubiéramos hecho de darse el caso de que la Policía hubiera apostado por, por ejemplo, 5.000 personas y los organizadores se hubieran ido hasta las 100.000? Suena descabellada tal disparidad, pero no insólita. Buceando por la Red, se encuentran casos como el de una manifestación contra el aborto en Madrid (octubre, 2009) a la que acudieron 250.000 personas, según la Policía, y más de dos millones, según los organizadores. Ahí es nada.
Total, que el otro día, después de la manifestación en Ciudad de la Luz (con las diversas cifras de asistencia), me propuse comprobar, sin más pretensiones que satisfacer la curiosidad, hasta qué punto se pudieron juntar (o no) 40.000 personas en Alicante como protesta por los recortes del Gobierno autonómico. No soy sospechosa de sentir rechazo hacia los números, pero me parecía una cantidad muy elevada, pese a la masiva (lo vieron mis ojos, nadie me lo contó) asistencia a la marcha de aquel sábado de enero.
¿Cómo hacerlo? La exactitud, por supuesto, no se pretende, pero sí que me bastaba con aproximar una cifra. Y la mano amiga se hace llamar Sigpac, el Sistema de Información Geográfica de Parcelas Agrícolas), facilitado por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. La herramienta, creada para que los agricultores puedan identificar geográficamente las parcelas y superficie cultivada o aprovechada por el ganado, nos permite medir áreas (rurales, pero también urbanas). En el caso a revisión, la manifestación se inició a los pies del instituto Jorge Juan, atravesó la avenida de la Estación, Salamanca y Maisonnave hasta concluir en Doctor Gadea.

Superficie del recorrido de la manifestación, unas 3,6 hectáreas...

Ayudados por el cursor de área, se puede concluir que la superficie del recorrido ronda las 3,6 hectáreas, es decir, unos 36.000 metros cuadrados. En este punto, cabe recordar que, cuando la cabecera de la manifestación llegó al final, la cola aún no había emprendido la marcha. También resulta determinante la densidad de personas, que ese día no fue muy elevada, dado que entre pancarta y pancarta (y fueron decenas y decenas) siempre se guardaba una prudencial distancia para facilitar la lectura de los mensajes contrarios, en su mayoría, al Gobierno valenciano
Resumiendo. La superficie andaba por las 3,6 hectáreas (según el visor Sigpac), el recorrido se llenó (dado que al llegar la cabecera al final el coche escoba aún no había iniciado el camino) y la densidad por metro cuadrado, en términos generales, no debía superar la unidad (una persona por cada cuadrado de un metro de lado). Así, en un cálculo rápido [superficie (en m2) x densidad], la afluencia andaría por las 40.000 personas. Ojo clínico, sin duda. Un gallifante para la Policía y los organizadores de la manifestación. A ver cómo se portan este domingo. Por mi parte, duda resuelta.



Periodistas, por favor, dejen paso


Recibo un correo electrónico con un sugerente asunto, “Becas en el Ministerio de Presidencia”. Y empiezo a leer… Primero, las protocolarias presentaciones:
Resolución de 9 de febrero de 2012, del Consejo de Administración del Patrimonio Nacional, por la que se publica el Acuerdo del Consejo de 7 de febrero de 2012, de convocatoria de becas para posgraduados para el año 2012.

Pasamos a la finalidad:
Con el fin de cumplir adecuadamente las funciones recogidas en la Ley 23/1982, de 18 de junio, desde hace unos años se viene fomentando la preparación de nuevos investigadores del Patrimonio Histórico-Artístico del Patrimonio Nacional, a través de la concesión de un determinado número de becas anuales que contribuyan a complementar la formación de titulados universitarios, facilitando su ulterior inserción en el mercado laboral, a la vez que se promociona el conocimiento del citado Patrimonio y se coopera en su conservación y mejora. En consecuencia, el Consejo de Administración ha dispuesto convocar seis becas en régimen de concurrencia competitiva en las especialidades y con los requisitos, duración y cuantía que se establecen en la presente convocatoria.

Turno para el poderoso caballero…
Las becas tendrán una dotación máxima total de 72.900 euros. Su abono se realizará por mensualidades vencidas de 1.215 euros, a las que se aplicarán las retenciones que procedan, de acuerdo con las disposiciones fiscales vigentes.

Ahora, la duración.
El período de disfrute de la beca será desde su concesión hasta el 30 de diciembre de 2012.

¿Y quién puede beneficiarse de ellas…?
Tener la nacionalidad española […], estar en posesión de los títulos universitarios para cada una de las modalidades de beca a la fecha de la publicación de esta convocatoria, haber finalizado sus estudios en el año 2007 o en fecha posterior y no haber sido beneficiario, o no serlo en el momento de presentar la solicitud, de beca del Consejo de Administración del Patrimonio Nacional.

Y, por último, con todo en orden, las especialidades de las becas ofrecidas por Presidencia. Es decir, el absurdo. Empezamos, por ejemplo, por la beca en Desarrollo y Seguimiento de Exposiciones Temporales. ¿Qué titulación se requiere? Fácil, formación universitaria oficial en Historia del Arte. Bien. Pasamos a la siguiente: Recursos Humanos y Relaciones Laborales. La titulación, también obvia. Exacto, Titulación universitaria oficial en el ámbito de Recursos Humanos y Relaciones Laborales. Vamos a por otra. Beca en Inventario de Elementos, Maquinaria e Instrumentos Técnico-Científicos. ¿Titulación? Licenciado con posgrado sobre museología, bienes muebles, patrimonio histórico y/o artístico y/o gestión del patrimonio. Siguiendo la misma línea, Documentación Histórico Artística. Revisión y ampliación del Catálogo histórico de los edificios, jardines y Patronatos Reales del Patrimonio Nacional, con la exigencia de ser licenciado en Historia del Arte.

Pero, en estas, llega una beca con cierto atractivo y, sobre todo, proximidad en los contenidos. Me refiero a la llamada Relaciones y Comunicación Institucional. Bueno, suena bien. Comunicación institucional tiene su atractivo, no es que sea guateque, pero puede resulta interesante. Hete aquí que llegan los requisitos. Para volverse loco, sin duda. Sin poner ni quitar una coma, el número 36 del BOE apunta…  Titulación: formación universitaria oficial en Derecho”. Para tirarse a la bebida, sin duda. ¿Una beca en relaciones y comunicación institucional con formación jurídica? Lo dicho. Un absurdo. Otro más. Y luego los profesores de la facultad invitan a periodistas recién licenciados a participar en mesas redonda para discutir sobre el presente y futuro laboral, los nuevos perfiles en los medios y demás cuestiones. Mejor no acudir. De hacerlo, y además sin caretas, las aulas podrián quedar desiertas en un tris. Y tampoco se busca eso. Creo.

Do you want...

Despertaba hoy con ella… y aún no he sabido renunciar a su melodía. No es un casual. Apenas dos minutos de canción, apenas tres párrafos firmados por John Lennon. No hace falta más. Basta con un secreto, una promesa… Parece muy complicado, pero no lo es. La vida es sencilla, aunque nosotros nos esforcemos en complicarla. Se despide este 14 de febrero,  el Día de los Enamorados pasó. Ya solo queda el sentimiento. Felicidades a aquellos que hayan tenido la oportunidad de celebrarlo en la mejor compañía... [Listen, do you want to know a secret? Do you promise not to tell?...]


13 de febrero de 2012

Los sueños, a un simple latido

No encuentro mejor forma de poner pausa a este acelerado domingo que con la escucha, relajada e introspectiva, de «One Moment In Time». A media luz, en el silencio de la noche y con la intensa voz de Whitney Houston recorriendo cada milímetro del cuerpo que esconde una emoción. Dicen que soy de lágrima contenida, pero basta con escuchar un pasaje de esta canción para que una inspiración profunda se convierta en esencial para no romper la leyenda. «Give me one moment in time, when all of my dreams are a heartbeat away», un alto en el tiempo para que todos los sueños estén a un simple latido. No hace falta ningún apunte, difícil mejorarlo, todo queda dicho.


Hoy hemos despertado con el anuncio de la muerte de la célebre cantante estadounidense. Un trágico final ya esperado para una diva de la música que hace años emprendió el camino hacia este precipitado adiós. Muy joven, demasiado, se va la intérprete de canciones que forman parte de la fonoteca más íntima de millones de personas. Yo no colecciono fetiches ni me considero fanática de nadie. Pero faltaría a la verdad de no reconocer que Whitney Houston, y en concreto dos de sus mayores éxitos, se erigen como referentes de mi resumida memoria musical. Si el amor (en todas sus formas de expresión) se pudiera sintetizar en cinco minutos, «I will always love you» sería el ejemplo que llevarían todos los manuales especializados en la materia. Todo un desgarro de pasión, una declaración tan sincera como generosa. Sin embargo, si el derecho a soñar (en el amor, pero también en el trabajo…, en la vida) se dejara resumir en apenas cincuenta versos, de ser así, «One Moment In Time» ganaría enteros en las repisas de las bibliotecas. Pero como las canciones no van más allá, por ello, sólo nos queda disfrutar con el legado de la mejor versión de Whitney Houston.



En esta gélida noche de febrero apetece coger el sueño con un agradable sonido de fondo. No parece, a simple vista, que el fin de semana haya dejado una huella difícil de borrar. Derrotas y más derrotas en tantos deportes como divisiones. Y algunas victorias que saben peor que el fracaso. En la intimidad de este rincón, inicio una enumeración casi infinita: Barça, Madrid, Hércules, Elche, Lucentum… Suena mal. Difícil un desafine más evidente. Pero todo es relativo, sin duda. Hace apenas dos horas, apagaba el equipo, el Mac de turno, con una sensación diferente, agradable. Y no porque vaya a permanecer en negro durante las dos próximas semanas, no. Sino porque hay días, como el de hoy, que rompen con la bulliciosa rutina y que se han ido haciendo, con el paso de las horas, merecedores de un hueco en la memoria. Parece fatigoso madrugar un domingo para cubrir un acto que intuyes apenas ocupará media página, pero la percepción cambia cuando de buena mañana redescubres un lugar que mirabas con otros ojos. Conocía el hotel Porta Maris a partir de postales nocturnas, todas entrañables. Nunca le había incluido la fuerza de la luz del Mediterráneo… Y todo cambia. Ya me parecía un espacio recomendable, pero hoy, desayunando frente a la bahía, me ha parecido un regalo imponente. Preciosa la instantánea que nos ha ofrecido el hotel, aderezada con la invitación a un desayuno exquisito. Luego, ya con la sonrisa instalada, tocaba ponerse la bufanda al cuello, no sé cuántos años después, y disfrutar de un partido desde la grada. El resultado (ni el juego, siendo francos) no ha acompañado, aunque hoy importaba algo menos. Y en esa espiral, resulta confortable vacilar con extractos ya escritos y discutir sobre lo que está aún por publicar, enfrentarte a cargas moderadas de trabajo, bromear sobre las cábalas que intentan explicar lo inconfesable, trabajar el arte del disimulo con el favor de una exótica coartada, participar en los debates que se generan en las mesas más deportivas y jugar con la curiosidad del que quiere saber sin ánimo de preguntar. Hay pocas tardes como las de hoy. Y sólo por ello merece la pena recordarlas. Mañana, veremos. Pero siempre quedará la música, con su intimidad, su verdad, su íntima lectura... Ya lo dijo Whitney Houston: «Los sueños están a un simple latido». Veremos.

12 de febrero de 2012

Adjetivos por duplicado

Existe un grupo, imagino que no muy numeroso, cuya primera rutina tras abrir el ojo derecho les lleva a realizar un repaso por las portadas de los diarios del día. Luego, avanzada la jornada, ya llegará el turno para la lectura más reposada de las páginas en papel. Para los que pertenecemos a ese extraño clan, aunque no luzcamos carné en la solapa, hoy no amanecía como un día cualquiera. La controvertida ­–agresiva, provocadora, equivocada, injusta…– reforma laboral nos «regalaba» un sábado de portadas históricas, a la altura de la medida del Gobierno de Rajoy. Aquí, un extracto de las más significativas. Diez portadas (con una en forma de regalito final y otra de curiosidad extremadamente provinciana) que reflejan el espectro ideológico, con interpretaciones variadas y un punto de encuentro: su carácter extraordinario. Rechina ese verbo «ser» en El País, sorprende la coincidencia en los titulares de El Mundo y Cinco Días (diario económico de Prisa), el personal diseño de Público, el acierto habitual de El Periódico, lo vacío pese al cuerpo del titular de ABC...







 











Y de regalo… Exacto, la portada de La Gaceta. Con franqueza, me esperaba una portada más heavy, a la altura de la publicada tras, por ejemplo, la reciente elección de Alfredo Pérez Rubalcaba como secretario general del PSOE. Sí, cierran el foco de la interpretación en los sindicatos, pero esta «primera» tampoco pasará a la triste historia del periodismo. Una portada más, pese a no ser un día más.



Por último, la tentación me ha llevado a incluir la portada de un diario menor, pero que hoy bien merecido tiene un hueco en el repaso de prensa. Vale que la ministra de Empleo sea jiennense de nacimiento, vale que sus conciudadanos «presuman» de vecina… Pero relegar la reforma laboral a la banda superior y titular «Fátima Báñez defiende la flamante reforma laboral» huele a provincialismo rancio. Y eso que presupongo, o más bien quiero hacerlo, que el director del Diario de Jaén, llamado Juan Espejo, se decantaría por el citado adjetivo (flamante) en fundamento a la cuarta acepción del vocablo («Que arroja llamas») y no a la primera («Lúcido, resplandeciente») o la tercera («Acabada de hacer o de estrenar»), descartada la segunda por aludir a una actividad. Está bien el aditivo de la proximidad, pero cuidado con el zoom. La perspectiva imprime esencia.


11 de febrero de 2012

Una universidad poliédrica

Pinta bien. Como siempre. Aprovecho este canal para amplificar el interesante cartel de la séptima edición de las Jornadas Internacionales de Periodismo de la Universidad Miguel Hernández. Porque en la Universidad de Elche hay vida más allá de las tesis exprés en las que se acentúan con deficiencia los pronombres. «Periodismo mutante, nuevos perfiles para medios en transformación» lleva por título el conjunto de conferencias y mesas redondas que tratarán el presente y futuro del oficio el próximo mes en la UMH. La primera intervención correrá a cargo de Luis Collado, director de Google News España, que dará el testigo a una mesa redonda compuesta por tres perfiles, a primera vista, heterogéneos: Adrián Segovia, analista web de elpais.com; Miriam Reyes, periodista de C9, y Jessica Romero, reportera y emprendedora cultural. Pero, a mi gusto, el plato fuerte de la primera jornada se reserva para el final, como los buenos postres. Miguel Ángel Jimeno, profesor de periodismo en Navarra y prestigioso bloguero, hablará de formatos periodísticos innovadores. Para ser del gusto de los presentes, bastará con que su intervención tenga la mitad de la mitad de calidad que su cuaderno de bitácora.
La segunda, y última (que estamos en crisis), jornada la abrirá una mesa redonda que me despierta, ya antes de celebrarse, cierta nostalgia. La madrugadora charla «Nuevos periodistas UMH», que reúne a tres jóvenes profesionales salidos de la universidad alicantina, pretende brindar a los asistentes –actuales alumnos de la licenciatura– la experiencia de tres personas que ya pisan la verdad de la calle, pero que no hace mucho vagaban como ellos por esas mismas aulas de Atzavares. Y ahí, dando consejos que no tengo, podría estar una servidora, aunque no será así: me lo impiden unas inoportunas (?) vacaciones en Nueva York. [«Ohhhh!! ¡¡Qué lástima!!, resuena en el ambiente…]. Pinta a excusa, pero nada más alejado de la realidad. Recuerdo con cierta incredulidad el momento en el que recibí el ofrecimiento («Nos interesa tu perfil y queremos que se lo cuentes a los que vienen por detrás», fue lo que me dijo un profesor, palabra arriba o abajo). Y, sin pensármelo, acepté. Claro, de haber recapacitado, la respuesta hubiera ido en otra dirección. ¿Mi perfil? ¿Innovador, carácter emprendedor? Sin duda, vamos... [Nótese aire irónico]. Empecé con prácticas en una televisión local que ya pasó a mejor vida, continué en un diario de papel, donde aún me dejan estar después de cuatro años. Entre tanto, por combatir la oxidación, cursé un posgrado en Comunicación Política en la UAB y ahora, por abrir ventanas a medida que otros cierran puertas, me peleo con un máster investigador en Comunicación e Industrias Creativas. A mí, como alumno, me venden ese currículo como un perfil innovador… y pido la devolución de las tasas. Pero no podrá ser, no habrá reintegro, porque no procede organizar una intervención vía Skype a miles de kilómetros de distancia. Por no dar envidia, por compañerismo, claro.
Total, después de la mesa de jóvenes (?) periodistas, cambio de tercio. Llegará entonces la oportunidad de escuchar a un veterano profesional, Albert Monteagut, que podrá hablar, y mucho, de la actual situación del patio, a través, entre otras, de su experiencia con el cierre del diario ADN. Y por último, manteniendo el nivel de los conferenciantes, Juan Varela, consultor de medios y autor de otro blog periodístico de referencia. Lo dicho, pintan bien. Merecerá la pena asistir, seguro. La dedicación que le prestan los organizadores ­–profesores del área de periodismo– tendrá su recompensa, como sucede año tras año desde el ya lejano 2006, con las batallitas y consejos que compartan los ponentes. Por nombre, están avalados. Sin duda.

El absurdo rencor de la victoria

Garrido, Villarejo, Garrote... Las cabezas que presumen ser pensantes en este país andan instauradas en una espiral que las lleva directas hacia un preocupante agujero negro. Y el resto, por borreguismo, seguiremos la estela hasta llegar también a la nada. Que si Garzón es un delincuente y un sinvergüenza, que si el Supremo es una casta de burócratas al servicio de la venganza, que si se quemaron pocas iglesias y mataron a pocos curas. Como dice un colega, España es un país malfollao. Mucha fiesta, mucho cachondeo, pero a la hora de la verdad, nada. Y así andamos, desquiciados, con un rencor exacerbado, descalificando los unos a los otros y los otros a los unos… No sé si España es tal, pero resulta obvio que nos falta unas horas más de cocción a fuego lento.
Resulta así muy complicado predecir el futuro. Más en un país, como éste, donde las respuestas se convierten en viscerales sin mayor razón que la sinrazón. De unas horas para acá, si obviamos la reforma laboral, que no me atrevo ni a adjetivarla, en España las conversaciones sólo giran en torno a dos asuntos. Y parece imposible determinar en cuál las tripas (el corazón ya quedó atrás) ha tomado la palabra con mayor virulencia. A nadie escapa que el periodismo atraviesa un desierto repleto de minas. Pero compruebo con perplejidad y desazón que no pocos contribuyen a embarrar más, si cabe, ese tortuoso camino. Convertimos la sátira televisiva en el sentir informativo de una nación vecina, a la vez que negamos derechos básicos a los ciudadanos para defender a un juez popular, controvertido, estrella, valiente…, en definitiva, a un juez. No todo vale. No todo debe valer para enfrentar a dos países ni para enfrentar a dos Españas. Y nosotros, como periodistas, no debemos avivar las llamas que se generan a pie de calle. Pero, cada vez con más frecuencia, no sólo echamos aceleradores artificiales al fuego ya creado, sino que generamos la chispa. En esta senda, acabaremos por dar la razón a los mayas. Tiempo al tiempo.
Resulta del todo lamentable la campaña mediática que se ha originado a partir de las acusaciones de dopaje vertidas en un programa de humor de la televisión francesa. Y lo hacemos nosotros, los mismos que nos llevamos las manos a la cabeza cuando se censuró aquella portada de El Jueves con los príncipes en su alcoba. Nosotros que acusábamos de extremistas a los musulmanes por levantarse contra unas caricaturas que representaban a Mahoma en situaciones controvertidas. Nosotros, sí, ahora nos ofendemos porque unos muñecos de trapo dicen que los deportistas españoles se dopan. ¡Ahí es nada! Convertimos, sin rubor, el humor en información. Y los medios de comunicación, en una huida hacia la nada, enarbolan las banderas de revolución contra los molestos vecinos del norte. Nadie discute si los franceses son envidiosos (en lo deportivo, tienen motivos), pero provocar un conflicto casi diplomático sobrepasa los límites impuestos por la razón humana. Somos lo que somos, seres primarios, extremadamente básicos, que convierten las anécdotas en cuestión de Estado. Y la prensa deportiva, directamente, pirómanos reincidentes. ¿Chovinismo francés? Si aquí nos sometiéramos a una auditoría externa, saldríamos esquilmados. Seguro. Y ahora, campeones de Europa de fútbol sala... Miedo me da la reacción tras la crónica televisiva de los del gallo azul.
Resulta no menos bochornoso el espectáculo en el Tribunal Supremo. El reflejo de las dos Españas, de nuevo, salta a escena para entronar/vilipendiar al juez Garzón. Y los medios, en primera línea. He navegado hasta donde me han llevado mis remos… y nada. Imposible encontrar un, verbigracia, diario nacional capaz de ofrecer toda la información (hablo de datos, no de opiniones) necesaria para que un ciudadano, despojado de filias y fobias sobre Garzón (¿haberlos haylos?), pueda construirse una opinión argumentada, con sus matices pro y sus apuntes contra… Imposible. No hablo ya de la jungla de las emisoras radiofónicas. Me niego, por hastío, a valorar el fallo unánime de los siete magistrados del Supremo. Pero reconozco que esbozaré una sonrisa siempre que, en un estado democrático, los medios no estén justificados por un fin cualquiera (terrorismo y narcotráfico, tras el cristal). Nos debería doler una sociedad que vulnera sistemáticamente la presunción de inocencia y en la que ese derecho no pasa de ser una línea más de la Constitución, pero nos debería además preocupar una sociedad que pone en duda el ejercicio de blindar el derecho de defensa de unos imputados.
No valoro, repito, la sentencia del Supremo contra Garzón. La Justicia requiere de jueces molestos, que luchen (con la ley en la mano) contra las dictaduras, el terrorismo, el narcotráfico, la corrupción… Y ahí siempre estuvo Garzón, a pie de obra, cargando también con sus rencores y aprecios. Pero la Justicia, y por ende la sociedad, requiere de jueces comprometidos con el Derecho, que no antepongan el fin a los medios. No, en un estado democrático. Las tretas de los regímenes totalitarios deben quedar fuera. Por decoro. Por profesionalidad. Por honradez. Por democracia, sin más.  
Así, resulta complicado predecir el futuro. ¿Qué será lo próximo? El listón está bien alto, puede que sólo a la altura del mejor Sergéi Bubka. Ya hemos intentado despistar al personal permutando el humor por la información, el derecho de defensa con los crímenes del franquismo… Me falta creatividad para pronosticar el siguiente paso de una escalera con peldaños infinitos. Que la Justicia condene a los que infringen la ley (tengan nombre ilustre, familia con abolengo o cargo de urnas) y, el resto, riámonos con los humoristas, sean de trapo o de carne y hueso. Por cordura. Por salud mental. Falta nos hace...

8 de febrero de 2012

Diez minutos de nada

¡Cuánto pueden dar de sí diez minutos! Vale, de acuerdo, según para qué... Sin duda, diez minutos son más que suficientes para echarte unas risas con ciertos personajes que dicen ser periodistas. Viven, y muy bien, de ofrecer su opinión de tertulia en tertulia. ¿El delito? Pagarles por ello. Y más, si es dinero público. Con ese recelo, para saber en qué se invierte parte de mis impuestos, he clicado el ‘nueve’ del mando pasadas las once de la noche. Allí andaban, en torno a una mesa presidida por Isabel Durán –ya empezamos con el pie cambiado–, un puñado de periodistas con pareceres más que homogéneos. Pero para gustos, colores. En el primer vistazo, me he encontrado con Mamen Gurruchaga, motivo más que suficiente para quedarse un rato a curiosear por el ente autonómico. Escuchar a la que se hace llamar ‘analista política’ produce dos reacciones, no hay más: o te indignas al observar la sarta de memeces que hila sin reparo... o, por el contrario, apuestas por tomarte con sentido del humor sus comentarios. A veces, siendo sinceros, resulta complicado mantenerse en el segundo de los escenarios sin notar un crecimiento progresivo de la yugular. Ejemplos, a patadas. Rescato dos que valen como ilustración de su capacidad analítica. Hablando de las compañías de vuelos de bajo coste, apunta Gurruchaga: “En Cantabria, el Gobierno paga ‘equis’ dinero para que la compañía… Bueno ­–matiza–, hablo de Cantabria por no meterme con la Comunidad Valenciana”. Ya saben lo de mantener la boca cerrada para no despejar dudas... Pues eso. ¿Para no "meterte" con qué? Hay que ser corta de miras, y una horrenda profesional, para reconocer la autocensura durante un programa de televisión. Corta de miras, digo, por no recurrir al chascarrillo de turno... Acto seguido, a la intervención de Alfonso Rojo (autor de otra frase no menos concluyente: “Ayer, al juez Soriano le meten el micrófono y, como ahora todos quieren ser famosos, opina sobre lo que no tiene que opinar un magistrado del Supremo…”) acerca del dopaje y las acusaciones al deporte español vertidas por el extenista Yannick Noah, Gurruchaga, con su habitual ironía (?), pregunta en tono menor: “¿Ése es el negro, no?”. Sí, Mamen, Noah es un bocas, negro de piel… y tú eres más bocas si cabe y de pelo teñido. Total, estáis a la par, pero con una diferencia reseñable: a ti te pagan, con dinero público, para que analices la actualidad. O sea, querida Mamen, que lo tuyo tiene aún más delito. Y eso ya es apuntar alto…
A la izquierda, prueba de primera; a la derecha, portada de hoy de ABC.
Algo más de diez minutos, aunque el resultado merece ser recordado, tardarían anoche los responsables de ABC. El fallecimiento de iconos nacionales, sin distinción de su ámbito profesional, se convierte en una oportunidad para la creatividad periodística. De todas las portadas que han decorado hoy los kioscos, salvo las dos, en mi opinión, más significativas. En poco se parecen, pero ambas recogen dos señas de identidad de Antoni Tàpies. El diario de Vocento muestra en su portada el dibujo, obra del artista catalán, que ilustró una edición especial de ABC en 1998. Así, la obra del pintor luce como protagonista. No obstante, según han explicado fuentes del periódico , los responsables dudaron entre la publicada y una segunda opción, en la que se veía un primer plano de Tàpies. En ambas, eso era innegociable, la cabecera adoptaba la tipografía de uno de los catalanes más universales. Ese primer plano que se quedó en los cajones del ABC, aunque todavía más personal, ilustra la portada de La Vanguardia. El diario del Grupo Godó, como se indica en el pie de foto, abre con una imagen tomada en marzo de 2009. “El fotógrafo (Pedro Madueño) pidió al artista que se dibujara la T de Tàpies. ‘Me pintaré la cruz que me ha perseguido toda la vida’, le respondió”, relata el texto que acompaña a la impactante fotografía de Tàpies. Al margen de su obra, pocas imágenes podrían representar mejor al artista catalán. Poseyendo esa instantánea tan personal, el trabajo está casi hecho. La Vanguardia, creo que con acierto, no podía más que rescatar dicha fotografía. Y así fue. Dos portadas antagónicas, pero fieles al "estilo Tàpies".
Portada de hoy de La Vanguardia.
Algo más de diez minutos, por continuar con el hilo y ya para cerrar el cuaderno, están empleando efectivos de bomberos y de brigadas forestales en extinguir un incendio en Mutxamel, en las instalaciones de la empresa agroalimentaria Bonnysa (en su adaptación ‘Bonisa’ para EFE y el resto de medios que han ‘copy-paste’ el teletipo de la agencia). Leo en los digitales que, según fuentes del Consorcio Provincial, el fuego se inició minutos antes de las tres de la tarde por causas todavía desconocidas. En la Red, en el submundo fogoso de la Red, los especuladores ya empiezan a resaltar la relación contractual entre Bonnysa y Mercadona, a la vez que traen al debate a la valenciana Químicas Oro. ¿Leyendas urbanas? ¡Y lo que gusta fantasear desde el anonimato...! Parece, desde la cautela, que la imaginación de nuevo vuela demasiado alto, más cuando fuentes de la empresa han precisado que el fuego solo ha afectado al almacén de restos, donde se acumulaban desechos de material vegetal. Pero el tiempo dictará sentencia. Para todo lo demás, ya saben, el TAS.
Eso que ves una columna de humo desde la UA... y te acercas a ver qué sucede. ¡¡Fuego...!!

7 de febrero de 2012

Historias para no dormir



Dicen que para no llamar a la puerta del insomnio se debe tomar la horizontal sin cuestiones pendientes revoloteando por la cabeza. Hoy tengo dos, ambas de carácter judicial, sobre las que no consigo definirme. No, al menos, de manera categórica. Serias dudas me perturban. Bueno, tampoco es eso, pero me gusta cómo suena la frase: “Serias dudas me perturban”…
Empezó este lunes 6 de febrero con la anunciada sentencia del Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS). Dos años de sanción al español Alberto Contador por 'suplemento alimentario contaminado', lo que implica la desposesión del Tour de Francia 2010 y el Giro de Italia 2011 y la imposibilidad de participar en la próxima ronda gala y los Juegos Olímpicos de Londres. Conocido el veredicto, turno para las opiniones. El mundo del ciclismo, en términos generales, ha apoyado la inocencia del ciclista de Pinto (¿será por eso de las barbas mojadas del vecino…?. En España, no sorprende, se han blandido las espadas en defensa del presunto infractor. Y la prensa internacional ha continuado poniendo en solfa la versión del chuletón con extra de condimentos. La línea de los medios, por tanto, sigue la estela de la trazada por el TAS, que no se ha llegado a creer los argumentos esgrimidos por Contador. Y todo porque un ciclista acusado de dopaje, en contra de lo que sucede en la justicia ordinaria, debe demostrar su inocencia. Es decir, el español, demostrada la presencia de clembuterol en su sangre, se vio obligado a explicar cómo pudo llegar dicha sustancia a su cuerpo. El mundo que conocemos, pero al revés. Y su versión, con aires algo peliculeros, no ha calado en el órgano de justicia deportiva. Sonaba a excusa de patio de colegio, pero en ocasiones hasta los Stradivarius desafinan. ¿Un animal contaminado? Más surrealismo han visto nuestros ojos, seguro.

¿Y qué hacemos? ¿Creemos a Contador por ser español, por ser un tipo amable en el trato, por ser un valioso ciclista? ¿Nos creemos la historia del solomillo contaminado? ¿Recordamos los últimos casos de dopaje que han sacudido, en especial, al universo paralelo de los pedales? ¿Qué hacemos con las dudas, avivadas desde España, sobre el americano Armstrong? ¿Y de los positivos de Landis, Ullrich, Basso, Vinokúrov...? ¿Y con las confesiones de Riis, actual director del Saxo Bank? ¿Y qué decir de la sanción a Alejandro Valverde? Mientras el deporte de élite huele mal, el ciclismo, con su particupar heroicidad por bandera, directamente apesta. Sinceramente, no sé qué pensar. Pero yo, mi mano, no la ofrezco como justificante de ninguna verdad ajena. Contador viste cara de chico honrado, familiar, amigo de sus amigos, buen marido y mejor hijo. Vamos, lo más parecido a un Iñaki Urdangarin con su particular infanta, Macarena Pescador. En la reflexión, recelar, sin duda, es tan humano como creer.

Más interrogantes, si  es posible, me surgen con la sentencia del Tribunal Constitucional en la que veta el uso de las cámaras ocultas por los periodistas con “independencia de la relevancia pública del objeto de la investigación”. Previamente, el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 17 de Valencia entendió que la cámara oculta se enmarca en periodismo de investigación, "al que es consustancial la simulación de la situación, el carácter oculto de la cámara, así como la no revelación de la intensidad periodística del interlocutor".
Muy rotunda se me antoja la resolución del Constitucional. Creo, aunque dudo, que el uso de la cámara oculta, como herramienta, debería estar legitimada en relación a la relevancia del caso investigado. Hubo un tiempo, no muy lejano, donde la cámara oculta era un recurso tan frecuente como casi ordinario. Se convirtió en una vía casi única en las investigaciones televisadas, que buscaban más el morbo que destapar delitos de todo tipo y condición. Y de esos polvos, estos lodos. Defiendo, como hice con la controvertida toma de imágenes de los móviles de ciertos políticos, que la ética y deontología del profesional debe ser la que valore la trascendencia de la información conseguida. Si hay noticia, de verdad, adelante. Para el fisgoneo, replieguen velas. He aquí el eterno debate de la libertad de información… Continuará, seguro.