Para comenzar, los efectos colaterales de la música. El 30 de marzo de 2002 en INFORMACIÓN, Francisco Esquivel lo relata con su peculiar sentido del humor, sorna y gracia andaluza. ¡¡Disfruten!!
Llega un momento en que, de
oír las mismas noticias –y
normalmente malas– en un
informativo tras otro, acaba uno
hasta el gorro, ¿verdad? Pues, si
esto les ocurre a ustedes, imagínense
a los que como nosotros
nos dedicamos a lo que nos dedicamos
y, por tanto, tenemos
que estar todo el santo día dándole
que te pego a lo mismo. El caso
es que en buena parte de los trayectos
que hago dentro del coche
por la ciudad, en un instante determinado,
recurro a las emisoras
enteramente musicales. Y he descubierto
en los últimos tiempos
una de este tipo que cuenta con
una selección de melodías, de las
mejores que pueden sintonizarse
para mi gusto. Se trata de ese
apartado del dial que Onda Cero
ha dejado para estos menesteres.
Sólo tiene un inconveniente. Y es
que siempre que me refugio en
ella para relajarme de
lo mío, pero es que siempre –da igual de la
hora que estemos hablando–,
me entra la canción francesa titulada
«Je t´aime». Sí, es esa, que
seguro que habrán escuchado en más de
una ocasión, compuesta mitad en
plan susurros haciéndote llegar
una señora lo mucho que te quiere,
pero en francés, y mitad jadeos.
Y, claro, huyo de las programaciones
convencionales para no
ponerme malo y, en donde voy a
refugiarme, me pongo peor. Porque,
además, es que no hay derecho.
Cuando uno andaba por
los dieciocho años no salía en estos
días de «La túnica sagrada» y,
ahora que no los tiene pero que
tampoco se ha convertido en estatua
de sal, le saltan con jadeo va,
jadeo viene. La historia de la humanidad
es jodida pero, en fin,
joder por joder de esa manera, y
sabiendo además cómo está el
tráfico en estos días, no es cristiano.
El otro día venía mi hijo
cuando ocurrió y, como llevaba
mucho acumulado, con qué expresión
no me vería que me dijo:
«Papá, ¿te pongo las noticias?».
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