22 de noviembre de 2007

Se lo debían


La Academia de la Televisión celebró ayer la novena edición de sus Premios Anuales. El ganador indiscutible, dicen, fue la serie de TVE «Cuéntame», que se llevó los galardones a Mejor Ficción, Mejor Actriz, Mejor Director, Mejor Guión y Mejor Maquillaje.

Recalco «dicen» porque la gran protagonista debió ser Rosa María Calaf. La periodista catalana que recibió el Premio «Toda una Vida». Bien merecido, todo sea dicho.

Este galardón, en ediciones anteriores, fue para Jesús Hermida, Miguel de la Quadra Salcedo, Antonio Mercero, Chicho Ibáñez Serrador, Matías Prats Sr., entre otros. A esta lista de admirables profesionales ya pertenece Calaf. Lo hacía de facto (de hecho), ahora también de iure (de derecho).

Durante muchos años, ha sido los ojos de los españoles en lugares tan dispares como Moscú, Buenos Aires, Nueva York, Roma, Hong Kong... En la actualidad, es la corresponsal de TVE en Asia-Pacífico. La más veterana del ente público. Un lujo para el periodismo; un lujo para RTVE, que casi desaprovechó. El ERE (Expediente de Regulación de Empleo), cual espada de Damocles, estuvo cerca de precipitar su retirada. Sólo cerca, por suerte. La jubilación puede, y debe, esperar.

Rosa María Calaf estuvo presente en las II Jornadas de Periodismo de la UMH, y así pudimos disfrutar con su presencia. Una mujer envidiable. Una envidia es, simplemente, escucharla. Habla y habla, y no se cansa. La escuchas, y quieres más. Narra con pasión cada una de las experiencias que ha vivido durante estos años como corresponsal. Ama el Periodismo y ese sentimiento lo transmite, sin ningún esfuerzo.

El pasado abril, algunos tuvimos el pasado año el placer de compartir con ella una agradable conversación. Una tertulia más que gratificante. Una experiencia inolvidable.

Desde aquí, un modesto homenaje a una de las grandes que aún resisten. Disfrutemos de su presencia. Y cuanto más tiempo, mejor.

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