25 de noviembre de 2007

La presa, a tiro


El 25 de noviembre fue declarado Día Internacional contra la Violencia de Género en el I Encuentro Feminista de Latinoamérica y del Caribe celebrado en Bogotá (Colombia) en julio de 1981.

Hoy, por tanto, es un día de reflexión y para actuar. De reflexión de todos y de actuación, también. No seamos necios.

Tenemos reciente un caso con gran trascendencia mediática, la muerte de Svetlana, aquí, en Alicante. Este caso, por ejemplo, podría servir para basar una reflexión con su consiguiente opinión, pero mejor voy a darle «voz» a alguien que lo hace mucho mejor.

El «Análisis» de hoy en INFORMACIÓN merece la pena leerlo. Y después, meditar sobre el qué nos quiere transmitir Juan R. Gil con él, si tiene razón (para mí, toda) y de qué medios disponemos para hacer frente a esta lacra de nuestra sociedad.



El Día por la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, que hoy se celebra, viene marcado por el caso de la joven rusa que hace una semana fue degollada en el portal de su vivienda. Un caso que pone en evidencia tanto los fallos del sistema como la hipocresía de nuestra sociedad. Porque Svetlana , que tan sólo tenía treinta años, había hecho todo lo posible para librarse de la muerte. Y no es que no la dejaran, es que no la dejamos, que no es lo mismo. Svetlana se había escondido de su acosador buscando un piso refugio, le había denunciado, había llegado a colarse un día en un cuartel de la Guardia Civil en demanda de auxilio, estaba tramitando el regreso a su país y sabía, a ciencia cierta, que la iban a matar. Nada le sirvió. Al maltratador, hoy en prisión como acusado de su asesinato, le entregaron la orden de alejamiento del juzgado cuando ya se encontraba entre rejas y Svetlana en la morgue. El tribunal no había podido notificar dicha orden alegando que no lo encontraba. Qué ironía. No sólo que la orden de alejamiento se la dieran cuando ya lo tenían preso, sino que lo que el juzgado no fue capaz de hacer lo hiciera un programa de telebasura que se emite en horario infantil. Un bodrio al que, para mayor desvergüenza, llevaron a Svetlana sin decirle que allí se iba a encontrar con el hombre al que tanto temía, sino permitiéndole que creyera que era con su madre con quien se iba a ver. Dice hoy, en una entrevista en este periódico, el nuevo comisario provincial, que sólo mueren las mujeres que no llaman a la Policía. No es verdad: la Policía no puede alardear, en estos momentos, de proporcionar una protección realmente efectiva. No tiene medios suficientes para ello. Y, por su lado, la burocracia no tiene, ni sentido, ni corazón. Conseguir un pasaporte resulta, a veces, cuestión de meses. Y las notificaciones de los juzgados se entregan hoy en día como en el siglo XIX, y no sólo el sistema no se cambia (ni siquiera en un caso de violencia, donde habría que poner a la Policía de inmediato a buscar al condenado con esa orden) sino que el Consell le recorta los escasos medios de los que ya dispone ese servicio. Han dicho también en distintos momentos y en diferentes casos, tanto la subdelegada del Gobierno, Encarna Llinares , como la delegada contra la Violencia de Género, Antonia Graells , que las mujeres maltratadas tienen que poner de su parte para no acabar muertas. Y eso también es una falacia, un mirar para otro lado, porque la maltratada generalmente es una persona con demasiado terror y demasiado minada en su voluntad como para poder, de un día para otro, recuperar la conciencia de su dignidad y, con ella, el timón de su vida. Svetlana hizo mucho por escapar a su suerte. Pero entre todos le pusimos al asesino la presa a tiro.


2 comentarios:

Yo no soy Paul Avery dijo...

Mientras sigamos con medias tinas segurian aumentando las mujeres asesinadas. Algo está fallando. Quizá muchos lamentos en el momento en que suceden los asesinatos y luego cierta tibieza cuando las mujeres estan en peligro.
Quizá un buen paso sería una sanción a El diario de Patricia porque obviamente (digan lo que digan) aceleraron el asesinato de Svetlana.

Marisol dijo...

Lo de la reflexión y todo eso está muy bien, pero el problema está en que las órdenes de alejamiento no se cumplen. A Svetlana la llevaron engañada a televisión y se encontró con la persona que menos quería ver ella en su vida. Allí le plantaron a su asesino y nadie hizo nada. Este caso nos hace reflexionar más porque es como una muerte anunciada, pero el problema seguirá mañana y pasado y así...nos acostumbramos a oír que ya son setenta y tantas las muertas a manos de sus parejas, pero realmente ¿qué podemos hacer?
Como persona y sobre todo, como mujer, hoy sólo puedo que ponerme un gran lazo blanco.