Pero, nueve meses después, el fondo de la (siguiente) opinión es el mismo: ¿Debe el periodismo detener todo lo que se genera a su alrededor y que carece de la verdadera naturaleza de esta profesión? La respuesta es evidente, ¿no? Pues depende de todos (nosotros).
-.LAS DESVIACIONES.-
Siempre me ha gustado esta profesión sobre todas las historias pero, de un tiempo a esta parte, se ofrece un determinado tipo de espectáculo en nombre del periodismo que te dan ganas de dedicarte a cualquier otra cosa, incluida la política. Con eso lo digo todo. Afortunadamente no soy el único que se estremece. Bastantes nos temíamos lo que se desplegaría en esos platós para darle vueltas y más vueltas a un suceso tremendo del que además nadie maneja apenas información como es lógico. Pero eso es lo de menos. La gente se bebe lo que le echen y los medios se lo inyectan. Me gustaría decirle a la gente joven que no siempre fue así. Tuve la suerte de iniciarme simultáneamente en las redacciones y en la facultad en el año que cayó Nixon. El objetivo de profesionales que ya estaban y de los que llegábamos era el de ser capaz de contarle a nuestros lectores lo que pasaba a su alrededor y destapar desatinos, desviaciones y abusos. Hoy es que abusa todo quisque sin distinción de procedencia y, el que no lo hace, parece que es un timorato anacrónico. Pues que siga el número. Así, mientras la «pía» Paloma Gómez Borrero acude al «tomate» a certificar que fue un suicidio, la republicana Rahola le dice perrerías a Peñafiel y lo acusa de hacer negocio con el asunto como si ella estuviera ahí, frente a los focos, porque sus convicciones se lo demandan. El problema de esta profesión incumbe a otras batallas. No sólo en esta vertiente llamémosle más frívola se traspasa la raya. Buenafuente acaba de renunciar a un premio porque se lo han concedido también a Losantos y, en su criterio, «así tratan de ser salomónicos y decir que todo vale, y poco a poco se va pudriendo el periodismo». No siempre fue así ni tiene por qué seguir siéndolo. Basta con que nos dediquemos a lo que tenemos que dedicarnos. Depende, pues, de nosotros y de ustedes.
1 comentario:
Es curioso porque periodistas como Peñafiel o Gómez Borrero años atrás fueron periodistas más o menos respetados (aunque a mi nunca me han gustado). Pero han dicho renovarse o morir y se han zambullido en la telebasura. Menos mal que sigue habiendo periodistas de verdad que siguen ejerciendo su profesión al margen de lo que marquen (o nos marquen) los tiempos actuales.
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