Así es como está «Yo, periodista», el servicio que el diario EL PAÍS ofrece a los usuarios para que envíen sus propias noticias. Los modernos le llaman periodismo ciudadano. Como decía, están de celebración porque les han concedido el premio al «Mejor proyecto interactivo emergente en Internet», que otorga la IAB (Interactive Advertising Bureau).
Pues nada, habrá que felicitarles. Es cierto que desarrollan un servicio impagable. Complicado es que la sociedad pueda devolver a esta plataforma la gran labor que realizan por el futuro. Pero no por el futuro del Periodismo, precisamente.
Llevo meses, desde que el Grupo PRISA creó este espacio, indignada. Y qué mejor que esta ocasión para demostrar mi estado anímico. Puedo admitir, que no compartir, la oportunidad que se le da al lector. Cualquier persona puede contar su experiencia, sus conocimientos acerca de cualquier asunto. Hasta aquí, vale. Pero, ¿cómo un medio del prestigio de EL PAÍS puede tener la desfachatez de llamar a esta sección, creada por y para los lectores, «YO, PERIODISTA»? ¿Cómo osan a calificar de «periodista» a cualquier persona que se atreve a narrar un hecho del que es protagonista, o a veces ni eso?
No lo entiendo. Hay algo que se me escapa de las manos. La colaboración ciudadana tiene sentido en algunas ocasiones, contadas todo sea dicho. Pero que unos periodistas (o al menos profesionales del periodismo) se tomen a la ligera su trabajo y ofrezcan ese nombre (periodista) a cualquiera que se atreva a escribir (con o sin ética, con o sin rigor, con o sin corrección, ¡qué mas da!), me resulta desesperanzador.
Y no, esto no es ninguna crítica al llamado «periodista ciudadano», del que disiento. Esto es una crítica, con grandes dosis de coraje, al diario EL PAÍS. Tan ético para algunos asuntos y tan permisivo con otros. Con otros que, además, chocan tan frontalmente.
Lástima, y felicidades.
Pues nada, habrá que felicitarles. Es cierto que desarrollan un servicio impagable. Complicado es que la sociedad pueda devolver a esta plataforma la gran labor que realizan por el futuro. Pero no por el futuro del Periodismo, precisamente.
Llevo meses, desde que el Grupo PRISA creó este espacio, indignada. Y qué mejor que esta ocasión para demostrar mi estado anímico. Puedo admitir, que no compartir, la oportunidad que se le da al lector. Cualquier persona puede contar su experiencia, sus conocimientos acerca de cualquier asunto. Hasta aquí, vale. Pero, ¿cómo un medio del prestigio de EL PAÍS puede tener la desfachatez de llamar a esta sección, creada por y para los lectores, «YO, PERIODISTA»? ¿Cómo osan a calificar de «periodista» a cualquier persona que se atreve a narrar un hecho del que es protagonista, o a veces ni eso?
No lo entiendo. Hay algo que se me escapa de las manos. La colaboración ciudadana tiene sentido en algunas ocasiones, contadas todo sea dicho. Pero que unos periodistas (o al menos profesionales del periodismo) se tomen a la ligera su trabajo y ofrezcan ese nombre (periodista) a cualquiera que se atreva a escribir (con o sin ética, con o sin rigor, con o sin corrección, ¡qué mas da!), me resulta desesperanzador.
Y no, esto no es ninguna crítica al llamado «periodista ciudadano», del que disiento. Esto es una crítica, con grandes dosis de coraje, al diario EL PAÍS. Tan ético para algunos asuntos y tan permisivo con otros. Con otros que, además, chocan tan frontalmente.
Lástima, y felicidades.
2 comentarios:
Una de las últimas perlas de "Yo periodista" eran unas fotos del "famoso" viaje de Melendi en avión. Unas fotos en las que por cierto no se veía nada. Gran interés periodístico.
Me sorprende que desde algunas universidades se le de tanto, tanto valor a algo que muchas veces carece de algunos principios fundamentales del buen periodismo.
Y si, El País en su intento de modernizarse está dejando atrás ciertas cosas por las que muchos les admiramos durante años.
Ya sabes cuál es mi opinión desde el día que crearon esta sección. Yo personalmente me siento humillada y engañada. Mi sueño siempre fue ser periodista. Tonta de mí, pensé que la carrera era importante. Con iniciativas como ésta te das cuenta de lo estúpida que eres pasándote cinco años estudiando para nada, porque vendrán otros, de la calle, que te quitarán el trabajo. Periodistas se hacen llamar. Y lo peor de todo, como tú decías, no es que ellos se sientan periodistas, sino que haya diarios, como El País, ¡compañeros!, que les pongan esa etiqueta.
¡¡Pisémonos entre nosotros!!
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